Explico de que se trata: Existe una ley (la Ley General de Comunicación Audiovisual) que regula la forma de proceder de todos los prestadores de servicios audiovisuales (para televisión, radio e Internet). En 2012 se cambió uno de los artículos (el 40) que ahora permite que las Comunidades Autónomas puedan ceder la gestión de las televisiones públicas autonómicas y locales a entidades privadas.
El ejercicio pide que des tu opinión al respecto; aquí va la mía:
La televisión pública,
como indica el artículo 40.1, es esencial para la formación de una opinión
pública plural, para dar a conocer la diversidad cultural y lingüística de
España y para difundir el conocimiento y las artes; además de para garantizar
una programación destinada a aquellos grupos sociales minoritarios.
Por diversas razones,
ninguna de estas características es propia de un contenido audiovisual
comercial con el que obtener grandes beneficios. Una empresa privada, por lo
que es, tiene como objetivo la obtención de beneficios y por lo tanto, si se
ocupara de la gestión de la televisión pública, todos los derechos que se deben garantizar según el artículo 40.1 al final se verían mermados. Es cierto que existe esta misma legislación
que la entidad privada debería respetar, pero hoy tenemos muchos ejemplos de
que las empresas consiguen siempre encontrar la grieta de la ley por la que
escapar de las restricciones del Estado (tenemos ejemplos como Sálvame, Anclados, Callejeros…).
Además está la cuestión
de la financiación. Si varias entidades privadas como bancos o grandes empresas
financian esta televisión pública, nunca permitirán que se digan cosas
negativas sobre ellos, o cosas positivas sobre sus competidores. De hecho, ya
ocurre en periódicos donde la publicidad bancaria ocupa las portadas o en
televisiones donde conflictos internacionales no se mencionan, por ejemplo. Por
lo que nunca una televisión pública será objetiva y verdaderamente un servicio
para la población mientras esté financiada por manos privadas.
Es cierto que podría
establecerse un mayor control para que estas empresas no se saltaran la ley,
mayores sanciones a los infractores y más exhaustividad en la elaboración de la
normativa, pero ¿no es más sencillo erradicar el problema desde el principio
dejando que quien gestione las televisiones y radios públicas sean empleados
públicos a cuyos puestos solo se podrá acceder mediante oposiciones? ¿Cómo
puede ser más rentable una gestión privada si al gasto del propio medio hay que
añadirle el margen de beneficio que la empresa debe llevarse?
Nunca tendremos
información objetiva, veraz y de calidad mientras los medios públicos sean
dependientes de empresas privadas o de gobiernos que cambien cada cuatro años
las directivas según afinidades políticas.
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